El trabajo de Esther Lara explora cómo honrar las experiencias sutiles que nos hacen humanos para devolver, de alguna forma, el aspecto sagrado de la existencia a nuestras vidas.

Los objetos son testimonio de lo humano y de su relación con el entorno y su cotidianidad. El material cerámico, utilizado desde la antigüedad, representa la mutabilidad de la materia, el principio creativo de dar forma.

La dimensión material constituye una parte esencial del proyecto, pues cada obra se crea, principalmente, con las manos a través del tacto, madre de todos los sentidos. Mediante el proceso de modelado de arcilla estoy tocando un objeto que todavía no existe, y durante el proceso pictórico estoy en contacto con emociones que se revelan durante el mismo.

Es a través de este proceso íntimo de creación e integración de lo propio, que se traza un puente entre lo físico y lo espiritual, abriendo paso a una comprensión más profunda de nuestra naturaleza humana. Una comprensión que sirve para conectar con nuestro entorno de una manera más auténtica, permitiéndonos encontrar un equilibrio en medio de la alienación causada por vivir en un mundo cada vez más digitalizado, que reduce la experiencia humana a imágenes y consumo.

Es una invitación a despertar la imaginación en nuestro día a día, a tocar y habitar el mundo desde una perspectiva más primitiva, intuitiva y simbólica, recordándonos que experimentamos la vida de forma holística.